Artículo publicado el 6 de marzo de 2017 en El Norte de Castilla
Transcurría el mes de octubre de 1995. Hacía pocos días que me había ido a vivir con mi pareja. Me encontraba fregando los platos, cuando sonó el timbre. Al abrir la puerta encontré a mi padre, quien al verme con el delantal puesto, tan solo acertó a decirme: “¿Qué tal, mandilón? ¿No está tu novia en casa?”. Mi respuesta le dejó aún más desconcertado: «Está en el cuarto de estar, reparando un enchufe». Como a tantos hombres de su generación, algunos cambios le estaban pillando con el pie cambiado.
Hoy ya mi padre no recuerda esta anécdota. Lo cierto es que, por desgracia, apenas recuerda nada de lo que ha sucedido a lo largo de su vida. Pero si la enfermedad y la memoria no le estuvieran jugando esta mala pasada podría darse cuenta cómo, conforme han ido pasando los años, muchos hombres nos hemos ido poniendo el mandil y muchas mujeres han ido tomando la caja de herramientas. Y seguro que estaría feliz. Sin embargo la igualdad efectiva y completa, entre hombres y mujeres, está muy lejos de hacerse realidad. De hecho, la crisis ha acrecentado las desigualdades económicas, laborales y sociales. Las escalofriantes cifras de violencia de género que nos ofrece el comienzo de 2017 nos alertan de que los avances conseguidos son claramente insuficientes.
Los hombres tenemos mucho que hacer y decir ante la desigualdad y la violencia machista. La Real Academia de la Lengua define así ‘mandilón’: “Hombre de poco espíritu y cobarde”. Pues toca ser valientes y vivir nuestra masculinidad con el delantal puesto y oponiéndonos frontalmente al machismo. No es menos hombre el que comparte las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. No es menos hombre el que no entiende de electrónica o mecánica No es menos hombre el que tiene menos salario que su compañera. No es más hombre el que hace o tolera bromas machistas. No es más hombre el que controla los mensajes de Whatsapp de su novia. No es más hombre, por supuesto, el que menosprecia, insulta o agrede a su pareja. Ese es, tan sólo, un tipejo cobarde y despreciable.
Ni una agresión más. Ni un asesinato más. ¡Os queremos vivas!
Alberto Bustos García
Concejal de Juventud, Participación Ciudadana y Deportes por Valladolid Toma la Palabra