- Artículo de opinión de la portavoz del Grupo Municipal Valladolid Toma la Palabra, María Sánchez, publicado en El Día de Valladolid el 5 de marzo de 2021.
La pandemia nos está obligando a adaptarnos permanentemente. A dejar de hacer algunas cosas, posponerlas o cambiar la forma en que las hacemos. No nos queda otro remedio. Hacemos esas renuncias por el interés común. Una de las pocas cosas buenas de esta pandemia ha sido recordarnos que no podemos salvarnos individualmente sin preocuparnos por el resto. Que nuestros intereses particulares no están al margen de los comunes. Por eso nos sublevan los comportamientos irresponsables e insolidarios.
Pero hay quien tiene la tentación de aprovechar el clima social para censurar toda expresión pública que no encaje con sus prejuicios. Hay quien lo hace, por ejemplo, difundiendo con enorme indignación fotos del concierto de tal o cual artista que no es de su gusto. No se habrá preocupado por comprobar qué medidas se tomaron, a pesar de que quizá poco antes hubiera firmado una petición defendiendo que “la cultura es segura”, ya que tiene un amigo técnico de sonido que lo está pasando mal.
No ha sido ninguna sorpresa que las movilizaciones feministas del 8 de marzo se estén poniendo en cuestión y sean tildadas de irresponsables. Como en el caso del concierto, casi nadie se ha esforzado por conocer las medidas de precaución que se están poniendo para seguir ejerciendo un derecho fundamental sin poner a nadie en peligro. Simplemente, aquellos a quienes les molesta el feminismo han encontrado (de nuevo) la ocasión perfecta para estigmatizarlo.
En estos meses se han manifestado todo tipo de sectores: profesionales de la cultura, sector hostelero, familias y empresas de la escuela concertada… Incluso policías. Ninguna movilización se ha puesto en entredicho de tal forma. Y se ha demostrado que es posible hacerlo de forma cívica y responsable. En el caso del 8M, incluso se están prohibiendo concentraciones, cosa que no ha pasado con otras muchas, empezando por las negacionistas de la pandemia.
¿Por qué es un mal momento para que las mujeres salgamos a reivindicar nuestros derechos? En el fondo, late la idea de que las reivindicaciones feministas son un capricho, que ahora toca hablar solo de cosas serias. Pero si hemos conseguido que nuestros problemas se hayan tomado en serio y hayan entrado en el debate público y la agenda política ha sido precisamente saliendo a la calle por centenares de miles.
Este año tendremos que levantar nuestra voz de otra manera. Con todas las precauciones, con todo el cuidado, pero lo haremos. Reinventar el 8M, por supuesto. Volver a callarnos, nunca.