La semana pasada en Valladolid Toma la Palabra estuvimos bailando entre las certezas y las incertidumbres, entre la urgencia de empezar a actuar y la necesidad de que, hagamos lo que hagamos, habrá de ser una solución tomada por toda la ciudadanía. Y no es para menos. Hablamos de un tema como la integración del ferrocarril a su paso por la ciudad, esas máquinas que hace años echaban humo y eran símbolo de modernidad y desarrollo y, con el tiempo, se han convertido en trenes rápidos que nos llevan lejos en poco tiempo pero nos alejan, paradójicamente, de barrios al otro lado de las vías.
Por eso, tras el encuentro técnico del miércoles para debatir sobre la situación actual, nos volvimos a juntar el pasado domingo en una asamblea abierta para deliberar, a partir de la información disponible -que no es toda la que quisiéramos- sobre cómo encarar este asunto cuando lleguemos al Ayuntamiento. Al Plan Rogers, que un día se presentó como la solución global a todos los problemas de la ciudad, le ha pasado el tiempo por encima y parece poco probable que, en un escenario económico como el presente, sus propuestas tengan una mínima viabilidad. Pero eso no significa que tengamos que renunciar a soluciones que nos permitan unir la visión estratégica que el futuro de la ciudad necesita con compromisos que den respuesta a las vidas y necesidades cotidianas de la gente.
Fue una mañana intensa pero constructiva, como lo vienen siendo todas en las que nos juntamos para demostrar aquella vieja máxima que dice que «la inteligencia es nuestra facultad de no llevar hasta el límite aquello que pensamos, con el fin de que podamos seguir creyendo en la realidad». Y en Valladolid Toma la Palabra queremos ser realistas. Por eso, a partir de junio de 2015, vamos a sacar a la luz toda la información sobre la Sociedad Valladolid Alta Velocidad 2003, sobre el Plan Rogers y sobre los valores del suelo, y en paralelo a esta labor, iniciar un proceso de participación y consulta pública ya con todas las variables sobre la mesa.
Este proceso, que estimamos puede durar hasta marzo de 2016, permitirá revisar y modificar el Plan Rogers e incluirlo en el nuevo PGOU, además de adaptar los actuales convenios entre las diferentes administraciones al nuevo marco de actuación. Y creemos, que entre todas las soluciones posibles, hay algunas que pueden ser más realistas, más justas y más amables para el conjunto de la ciudad. Por ejemplo, un soterramiento de 3,5 Km, desde el norte de la ciudad hasta la estación: se trata de «coser» los barrios históricos que más han vivido la vía como una barrera; y desde la estación hacia el sur, «retejer» la trama urbana con opciones de permeabilidad bien resueltas. Y todo ello, bajo un prisma que reequilibre la ciudad de este a oeste, acompañado de una reordenación de la movilidad y de una rehabilitación urbana que demuestren que se puede construir más que construcción. Y que sabemos y queremos construir ciudad.
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