“Cuidando el tono”, artículo de Manuel Saravia

Artículo publicado el 25 de marzo de 2017 en El Día de Valladolid

Estamos, creo, en una buena etapa. Las cosas se pueden debatir, incluso discutir, enfrentando posiciones con toda la dureza que corresponda; pero en un entorno de racionalidad. No hace falta, para nada, forzar las posiciones ni torturar los argumentos. Y en este contexto me gustaría comentar cinco cuestiones, relacionadas con la integración del ferrocarril en Valladolid y el debate sobre el soterramiento o la integración.

1. No estaría mal que se valorase la complejidad del asunto. Que se considerase, al tratar del tema, que no es simple, que no vale decir que “el soterramiento rompe las barreras sociales”. Por favor. Todo el mundo sabe que las barreras sociales no las forma el tren, y que hay áreas “a este lado de la vía” que no se pueden considerar precisamente beneficiadas por la ciudad. Conviene tener en cuenta que es un tema complicado, complejo, difícil de simplificar en un par de frases más o menos resultonas. No estamos en la prehistoria de la democracia. Sabemos que los asuntos complejos no deben reducirse a eslóganes. Y sin embargo se ha dicho, por ejemplo: “si no hay dinero se pinta”. La verdad es que pensábamos que estábamos en un momento de mayor racionalidad.

2. También sería bueno que se valorase el trabajo realizado. Desde que el actual equipo de gobierno tomó posesión ha estado volcado en este asunto. Durante casi dos años, en sacar adelante el soterramiento, con total dedicación. Se ha hecho muchísimo esfuerzo, y no estaría mal que se reconociese el trabajo. Y las buenas intenciones. ¿Cómo se puede admitir, después de casi dos años de pelearnos por sacar adelante el soterramiento, que “hacemos esto por pura política”? El Ayuntamiento de Valladolid ha sido extraordinariamente activo en la búsqueda de soluciones. Y debería reconocérsele esa preocupación, interés y actividad.

3. Tampoco estaría de más que se valorasen las decisiones adoptadas. Se puede (obviamente) no estar de acuerdo. Pero creo que no cabe decir que “hacemos esto por pura política”; que “no hay inteligencia en el Ayuntamiento” (una falta de respeto innecesaria). Al actual gobierno municipal se le podrá acusar de lo que se quiera, pero no de falta de transparencia a la hora de exponer la situación y las razones de las decisiones adoptadas, tanto en este campo como en los demás. Se han mostrado hasta los croquis de trabajo, se han explicado hasta las cuentas que están aún en discusión en el seno de la sociedad. Nunca se ha hecho nada parecido, y no estaría mal que se reconociese.

4. Creo que sería bueno igualmente serenar el debate sobre las condiciones objetivas de las distintas propuestas. No lleva a ningún sitio decir que “los túneles son una aberración”; o que el soterramiento “propiciará el desarrollo económico” (por favor: un poco de respeto). Tampoco que se está “robando nuestros sueños y, tras estrujarlos en sus manos, arrojarlos al pozo negro…” Madre mía. Realmente ¿no da vergüenza decir estas cosas? Y respecto a los números que se presentan: vendría bien un poco de rigor. ¿Cuánto cuesta el soterramiento: 833… o 1.500 millones de euros? ¿De dónde salen esas cifras? Digámoslo.

5. Por último. ¿No es lamentable el poco aprecio que se muestra en este debate por el ferrocarril? Una infraestructura que en su día fue reclamada, valorada, esperada y querida; que trajo prosperidad; que dio forma al territorio y a la ciudad misma. Una infraestructura de la que la ciudad estuvo orgullosa, que se construyó en el campo (recordemos: fue la ciudad la que se levantó al otro lado… el ferrocarril no cortó nada, no separó: fue la ciudad la que se desarrolló a su vera). Que era el progreso, el transporte público, “la civilización en marcha”, y que ahora algunos lo ven como el cúmulo de todos los males. Y no es verdad. Hace menos ruido y contamina mucho menos que cualquiera de las grandes vías rodadas de la ciudad; el tren y su tinglado es mucho más bonito y atractivo que las playas de aparcamiento de coches; menos contaminante, más ecológico…. ¿por qué decimos que “no conozco a ningún ciudadano con solera de este barrio (Delicias) que no haya maldecido nunca esta barrera…”. ¿Por qué ese odio al ferrocarril?

Por favor, pido simplemente cuidar el tono. Debatir civilizadamente. No hay ninguna necesidad de decir barbaridades ni de exagerar hasta el ridículo los argumentos. Pido simplemente cordura y sensatez.

 

Manuel Saravia Madrigal

Concejal de Urbanismo, Infraestructura y Vivienda por Valladolid Toma la Palabra