Edad: 25 años.
Profesión: Ciclo Formativo de Grado Superior de Administración de Sistemas Informáticos. Actualmente desempleado.
Twitter: @dafranaleze
Facebook: Francisco J. García Fernández
Breve pauta biográfica
Nací en diciembre de 1989 en Valladolid. Soy el menor de tres hermanos y siempre he vivido en el mismo piso en el barrio de La Victoria. Estudié educación infantil y primaria en el Colegio Público Pedro Gómez Bosque, con profesoras como María Luisa Q.E.P.D. o María Teresa. Después mis padres decidieron que continuara en el Instituto Politécnico Cristo Rey, donde estudié E.S.O., Bachillerato de Ciencias Sociales y el Ciclo Formativo de Grado Superior de Administración de Sistemas Informáticos. Aquí también me encontré con algún buen profesor como José Manuel Alarcia o Miriam Castro. Aún no he tenido ningún trabajo, así que mis bienes personales se reducen a las cosas que haya comprado con mi propina: CDs, DVDs, ropa y poco más.
Escucho música de muchos tipos, desde Laura Pausini a SKA-P, pasando por Cecilia, Estopa, Tierra Santa o Mamá Ladilla. Mi disco favorito es «Buenos días voluntad», de los cordobeses Estirpe. En cuanto a literatura, me gusta mucho Luces de Bohemia de Ramón José Simón Valle-Inclán Peña. Y en cuanto a cine se refiere, aquí os dejo una lista de mis películas favoritas más o menos ordenada, a la que se podría añadir Soñadores de Bernardo Bertolucci, Largo domingo de noviazgo, El décimo reino, El club de la lucha, Pena de muerte, Titanic, El viento que agita la cebada, Trainspotting, Tierra y Libertad, El pianista, Los chicos del coro, Salvar al soldado Ryan, La milla verde, Siete almas, Amelie, American History X, Tiempos modernos…
Me gustan muy diversos platos y tipos de comida, aunque últimamente como bastantes alubias verdes. No me gusta especialmente el vino, y no lo bebo casi nunca; se escapa alguna cerveza y poco o nada más.
Breve pauta motivacional
Nací políticamente un 21 de mayo de 2011, aunque la fecha que mi DNI refleja es la de diciembre de 1989. Con suerte, pude comenzar a interesarme por la política municipal a finales de ese mismo 2011; casi al comienzo de mi vida política. Y en eso me ayudó todo lo que se hizo para parar la llamada ordenanza «antisocial/antivandálica» del actual alcalde, junto con otras activistas de la ciudad. En esos momentos, supe que la política municipal me iba a acompañar de por vida. Fue un amor a primera vista. Desde entonces, siempre he estado atento a las cosas que se movían en torno a la política municipal. He estado atento a los quehaceres del equipo de gobierno, así como a los de la oposición. He dialogado y discutido con algunos de los concejales, les he hecho propuestas, en algunos momentos los he aplaudido y en otros les he dicho las cosas que no me parecían acertadas, siempre con la lealtad que se merecen todas las personas que habitan en la ciudad. Sin embargo, no se puede reducir la política a aplaudir y aconsejar a los concejales. Es el momento de dar un paso al frente, aunque eso no tiene por qué significar aumentar la velocidad: la paciencia y la tranquilidad forman parte de mi vida cotidiana, y esas son las ideas y virtudes que me ayudan a dar el paso.
En estos 38 meses de amor he hecho algo que consideraba vital para alguien a quien le interese la política municipal: acudir a cuantos plenos de la corporación municipal he podido. Y he de decir que me encantan, me resultan apasionantes, como habéis podido comprobar en amplios resúmenes que he publicado en mi blog de algunos de los mismos durante el pasado año 2014. Y ojo, digo que me encantan los plenos, a pesar de que son un ente cerrado a la participación de la ciudadanía. Pero eso es un aliciente, un objetivo: intentar que los plenos sean realmente un ente de la gente. El ayuntamiento es la institución política más cercana a la ciudadanía. De igual manera que la política municipal, los políticos de esta institución local son los más cercanos a la ciudadanía. Yo propongo fomentar esa cercanía lo máximo posible. Porque como dice el doctor Alonso Rocafort, «la democracia, o es cercana, o no es tal».
No me quiero extender, pero no quisiera despedirme sin intentar transmitiros en papel lo que hago cada vez que salgo a la calle. Voy andando y me fijo en las paradas de autobús, en los árboles, en los contenedores, semáforos, aceras, baldosas, rampas… miro a los comercios, a los edificios, a las bicicletas y, sobre todo, a las personas. Y ya os digo mucho con esta frase.
No tengo muchas más formas con las que demostraros mi ilusión, mis ganas, y mi compromiso. Los enfados no son mi fuerte; se me pasan con bastante rapidez, y la gente me dice que, como decía Antonio Machado «soy, en el buen sentido de la palabra, bueno», pero, os animo a que lo descubráis.
Por ánimo, por ilusión y por amor a la política municipal de mi ciudad no vais a encontrar a nadie que cumpla esos tres requisitos tan bien. Valladolid Toma La Palabra y yo decido tomarla con ella.