Un sentido y justo homenaje a los últimos alcaldes republicanos de Valladolid

 

  • Intervención de nuestra portavoz, María Sánchez, en el acto institucional en memoria de García Quintana y Federico Landrove

Buenos días a todas y todos:

En la historia reciente de nuestro país, los períodos democráticos han sido, desgraciadamente, casi la excepción. Y no solo eso, sino que los tiempos dictatoriales han arrojado una alargada sombra que aún hoy dificulta que nos referenciemos en la segunda república como nuestro antecedente democrático inmediato. Casi 40 años hemos tardado en realizar un homenaje oficial como este a representantes de una etapa democratizadora, en el sentido más amplio de la palabra, que se cortó abrupta y violentamente a partir del golpe de estado de 1936.

Antonio García Quintana y Federico Landrove ejemplifican a la perfección el impulso modernizador y de lucha por la igualdad que caracterizó a esa etapa. A pesar de desempeñar sus cargos durante lapsos de tiempo realmente breves, son las figuras clave, desde el ámbito político, para lograr la universalización de la enseñanza en nuestra ciudad.

De hecho, me gusta pensar que hoy sonreirían si supieran que la antigua Escuela Normal de Magisterio, donde Federico Landrove fue profesor de matemáticas e incluso director unos meses de 1936, hoy es un colegio público que lleva el nombre de su sucesor en la alcaldía, Antonio García Quintana. Yo no puedo evitar sentir una sensación de justicia cada vez que veo este nombre al dejar a mi hija en clase…

Sus nombres quedarán para el recuerdo, en edificios y calles de la ciudad. Por eso creo que hoy, su homenaje ha de ser extensible a quienes desde otros menesteres se esforzaron por mejorar la ciudad y también murieron o sufrieron cárcel por defender la legalidad republicana, la democracia. A quienes barrían las calles, trabajaban en el cuerpo de bomberos, realizaban tareas de taquimecanografía o de alguacil. Y a centenares de personas de toda clase y condición, en cualquier otra ocupación, que sufrieron la represión por sus ideas y cuyos restos aún en muchos casos hoy ni siquiera conocemos dónde descansan.

A pesar de sentir orgullo por este homenaje impulsado por el nuevo ayuntamiento lamentamos que en un día importante como hoy no podamos celebrar la retirada completa de símbolos que recuerdan la época franquista y lo lamentamos porque solo cuidando la memoria de un país se evita repetir los errores de la historia, no se puede confiar en que el tiempo borre sin más las etapas más negras de la historia.

Por el contrario, hay que aprender de los buenos ejemplos del pasado. En los archivos municipales hay un legajo muy particular. En su exterior, escrito a mano se le defino como la “carpeta que entregó la señorita Ana María”, taquimecanógrafa del Ayuntamiento, que la había recogido del domicilio de García Quintana, y contenía los asuntos que estudiaba el alcalde cuando estalló la guerra en 1936.

En ella había referencias a la creación de nuevos grupos escolares, la instalación de una Escuela de Música y Bellas Artes en la iglesia de la Pasión, consolidación de la Feria de Muestras, construcción de un nuevo edificio de la Audiencia, otro para la Escuela Superior de Trabajo, una Estación de Autobuses, la dotación de nuevos mercados, el “problema” de varios cuarteles, un proyecto de ordenanzas municipales, otro (muy desarrollado) de nuevo abastecimiento de agua, un nuevo reglamento de tráfico, propuestas para resolver “la cuestión de los tranvías”, un estudio sobre el estado de los jardines, datos sobre el proyecto de Gran Vía y otro estudio de los solares disponibles para la construcción de casas baratas.

El impulso republicano que se manifestó en 1931 se mantenía vivo y vigente, cinco años después, en esa colección de documentos. Ésa es la cuestión, que tan bien resolvió aquel memorable alcalde: cómo recoger y expresar las aspiraciones ciudadanas en proyectos concretos, cómo guardar viva la ciudad en una carpeta.

María Sánchez

Portavoz Valladolid Toma la Palabra