alladolid Toma la Palabra ve con preocupación el estado en que se encuentra el urbanismo de la ciudad, que en los últimos años ha sido objeto de numerosísimos reveses judiciales y no ha resuelto, en absoluto, ninguno de los principales objetivos que debería cumplir. La movilidad no es buena, pero menos aún el cumplimiento del derecho a la vivienda; asunto, este último, cardinal en la política urbanística. Valladolid Toma la Palabra llevará a cabo una modificación profunda del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que se está actualmente redactando, de manera que contribuya a formar un parque de viviendas de alquiler social de amplias dimensiones, pero también a corregir las propuestas de clasificación de suelo, de estructura de la movilidad, de desarrollo de infraestructuras, de aprovechamiento de los suelos y edificios existentes, de defensa y potenciación de las áreas productivas, de rehabilitación general de la ciudad y de organización de un sistema de espacios urbanos más amable y que contribuya a reimpulsar el urbanismo de la ciudad en torno al carácter civil de las plazas.
En relación con esta última cuestión conviene recordar que cualquier revisión urbanística que pretenda poner en valor el papel de la plaza como elemento de cohesión social y promoción de la vida democrática debe atender a una buena distribución y conformación en el espacio urbano. Porque el conjunto de plazas de Valladolid no se ha planteado nunca para atender correctamente, en toda la ciudad, a la función urbana básica que este tipo de espacios debería proporcionar: disponer de suficientes lugares abiertos que inviten a la reunión, adecuados para “discutir sobre la cosa pública”. El diseño global de ese conjunto de espacios en Valladolid no se ha pensado para que “capturen la vida pública en pausas momentáneas”, no permite que se constituyan “como un destino”, ni “facilitan los encuentros” (K. Lynch).
Su deficiente distribución, incompleta jerarquización, escaso número, excesivo protagonismo del tráfico rodado en la mayoría, ocupación interior con múltiples artefactos (lo que dificulta la expresión de las “relaciones horizontales” de la sociedad civil), o el hecho de no acoger nunca actividades de nivel ciudad (no se ven, salvo algunas del centro urbano, como escenarios para el ritual y la interacción de la ciudad), acaban por presentarnos el conjunto de las plazas vallisoletanas como un sistema urbano de múltiples carencias.
Valladolid Toma la Palabra plantea, en consecuencia, elaborar en primer lugar un estudio completo de las plazas urbanas existentes y de sus funciones (analizando especialmente su carácter civil), que debería formar parte del nuevo PGOU. Este estudio se llevará a cabo por el personal técnico del Ayuntamiento sin coste adicional. Y tras realizar ese análisis, se elaborará un proyecto de intervención, a corto, medio y largo plazo, para conseguir en Valladolid un esquema de plazas adecuado, que favorezca la democracia urbana. Una propuesta de modificación de algunas plazas existentes y creación de otras nuevas que garantice poder contar en la ciudad, bien dispuestas, al menos con diez plazas de grandes dimensiones y de innegable carácter civil, limpias de artefactos, proporcionadas, preparadas para acoger grandes encuentros ciudadanos. Formadas no solo con el objetivo de recuperar la ciudad, sino para contribuir a su misma generación, a posibilitarla urbanística y políticamente.
RESUMEN INFORMATIVO
En Valladolid se localizan 116 plazas de distinto tamaño y función: un número muy escaso de plazas (si nos atenemos a los estándares recomendados según el número de habitantes) que además se encuentran distribuidas de forma muy irregular y desequilibrada. Pues hay barrios que cuentan con varias plazas significativas (dos ejemplos: en Rondilla están Alberto Fernández y Ribera de Castilla, además de otras menores como Ávila, Alba de Tormes u Once Casas; en Delicias se cuenta con siete: Carmen, Lola Herrera, Rosa Chacel, etc.), mientras hay barrios sin plaza (como Puente Jardín o Buenos Aires), otros con muy pocas (Parquesol, España, la mayoría de los nuevos) y otros más en los que, por el contrario, son numerosísimas: solo en el centro se cuentan hasta 30 plazas bien conformadas.
Las tipologías de las plazas vallisoletanas son variadas. Desde la histórica plaza Mayor hasta las soluciones propias de los ensanches (como Juan Pablo II, Lola Herrera), plazuelas (tipo el Salvador, los Monegros o los Ciegos), espacios interbloques (Alba de Tormes), plazas vinculadas a un edificio singular (Santa Ana, Rafael Cano), monumentales (San Pablo, San Nicolás), reducidas a glorietas (Pl. de Castilla y León) o meros espacios de aparcamiento (Uruguay, Monasterio de San Benito, Palmera), o que forman secuencias (como las la Overuela: Parroquia-Alfonso X-Siete Partidas). Los usos del perímetro y las actividades del interior son igualmente heterogéneos. En algunas se mantienen los usos comerciales (con función de mercado: España). Las hay con áreas de juego (Ribera de Castilla, Camilo José Cela), y también se ven plazas con zonas estanciales y enclaves tranquilos (Ópera, Mayo, Crepúsculo). En ocasiones se ha construido un aparcamiento en el subsuelo. Algunas son grandes (la plaza Mayor tiene unas dimensiones de 80-86 x 124-126 m, y es la primera y más grande plaza mayor regular que aparece en España; la de Marcos Fernández tiene 60 x 150 m aprox.), pero también las hay muy reducidas (la plaza del Abanico no supera los 20 m).
Siempre (desde Alberti) se ha considerado que unas buenas condiciones estéticas y unas proporciones adecuadas son determinantes en la calidad de estos espacios. Son muy variadas las formas de las plazas vallisoletanas (algunas poseen una geometría clara, como Ochavo, Circular o Nieves; pero la mayoría son irregulares). Las hay abiertas (Colón), semiabiertas, (Once Casas, Poniente, Everest), cerradas (Viejo Coso, Azor) y semicerradas (Lonja, Biólogo José Antonio Valverde). Con volumen arquitectónico interior (como las plazas Porticada, Juan de Austria, Milenio). Llenas (como la de las Ciudades Hermanas), o vacías (como la Siega). Algunas cuentan con un perímetro de soportales que las determinan (Fuente Dorada, Batallas, Carmen Ferreiro). Y las hay densamente arboladas (Ejército, Circular, Armonía, Rosa Chacel). Unas poseen una clara función identitaria (Solidaridad, Danza, Carmen, Alberto Fernández), en tanto que otras parecen genéricas.