El soterramiento de las vías en Valladolid: un impulso histórico

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El 15 de diciembre ha sido el día elegido para debatir en el pleno municipal sobre un tema de tanto calado como el soterramiento. La intervención inicial de la Federación Vecinal ha resumido los anhelos y temores de buena parte de quienes vivimos en esta ciudad; el anhelo de lograr coser de una vez, tras más de 30 años de espera, la cicatriz que supone la vía del ferrocarril y el temor de que no se logre el necesario apoyo del resto de administraciones para sacar el proyecto adelante sin que suponga ahogar económicamente al Ayuntamiento.

La historia de este proyecto está llena de sobresaltos, de idas y venidas, de acuerdos y desacuerdos. El convenio suscrito a finales de 2002 entre el gobierno central, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Valladolid supuso el punto de partida para el desarrollo de lo que muchos barrios consideraban un sueño. Un convenio que hacía depender toda la operación de las plusvalías obtenidas con la venta de los terrenos ahora ocupados por vías, talleres y otras instalaciones ferroviarias. Eran tiempos de vacas gordas, en pleno auge de la burbuja inmobiliaria. Se proponía trasladar los talleres de Renfe, realizar una variante de mercancías, soterrar las vías en el tramo urbano y hacer una nueva estación de autobuses.

El «Plan Rogers», aprobado en 2010, vino a dar forma a la propuesta, después de varios intentos descartados; y a partir de ahí, retrasos, problemas, y, cómo no, una crisis que se ha cebado de forma especial con el mercado inmobiliario. El pinchazo de esa burbuja en la que se había apoyado la financiación rebajó de forma drástica el valor de los terrenos. Mientras tanto, la construcción de los nuevos talleres y la variante de mercancías siguió su curso, a golpe de crédito bancario y con mucho retraso sobre los plazos previstos; el proyecto global se asumió sin una necesaria revisión que ajustase los gastos a los ingresos, en una huida hacia adelante en la que además ha escaseado la información.

Hasta que hemos llegado al momento de la verdad: los bancos quieren cobrar, porque para eso prestan dinero, y la deuda contraída por la Sociedad Valladolid Alta Velocidad (la encargada del proyecto, que integran Renfe, Adif, la Junta y el Ayuntamiento) asciende a algo más de 400 millones de euros, de los cuales al Ayuntamiento le corresponden unos 100, en números redondos. Por lo tanto, estamos en un callejón que aparentemente no tiene salida: los terrenos no se venden, no hay dinero, y tampoco hay soterramiento.

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El pleno de hoy ha buscado desatascar la operación. Con la propuesta que el equipo de gobierno ha llevado al pleno, elaborada por Manuel Saravia, concejal de Valladolid Toma la Palabra y responsable del área de Urbanismo, Vivienda e Infraestructuras, queremos reafirmar nuestro compromiso, incluido en nuestro programa electoral, de convocar una consulta ciudadana sobre el soterramiento. Seguimos pensando que este es un tema decisivo para el futuro de esta ciudad, y por tanto, la ciudadanía debe tener la oportunidad de dar su opinión.

También queremos asegurarnos de que las deudas existentes, y las futuras que se puedan generar de continuar con este proyecto, no van a condicionar económicamente el día a día de la ciudad. Porque las personas deben estar por encima de las infraestructuras, por muy necesarias que estas sean. Esto requiere que la Sociedad Valladolid Alta velocidad (VAV) renegocie la deuda ya contraída, a ser posible con una moratoria en el pago, sin intereses, que dé un respiro al ayuntamiento.

Además, nos parece de justicia que las partes de la sociedad más beneficiadas hasta ahora (Renfe y Adif) compensen al conjunto mediante dinero o compromiso de ejecutar obra a su cargo: al fin y al cabo, Renfe ha obtenido ya unos flamantes talleres, y Adif buena parte de la variante de mercancías, costeados por VAV. Y a la ciudad le ha tocado la peor parte, porque tiene que pagar sin ver resueltos sus problemas de permeabilidad entre los barrios.

El resultado del pleno, con acuerdo unánime de todos los grupos municipales, supone un gran paso adelante porque la posición del Ayuntamiento tiene más fuerza cuando es la de el conjunto de los representantes de la ciudadanía, sin importar su color político. Y el enemigo es poderoso, no debemos olvidarlo. Estos son los acuerdos adoptados, los que nos deberán ayudar a que los sueños se conviertan en realidad, si esa es la voluntad de quienes habitamos Valladolid:

  1. Sobre el convenio. El Ayuntamiento mantendrá el convenio en vigor, estableciendo en una adenda las nuevas condiciones derivadas de la revisión y actualización de las aportaciones de los socios a fecha de hoy.
  2. Sobre la financiación. El Ayuntamiento acuerda renegociar la deuda desde la Sociedad Valladolid Alta Velocidad 2003, de forma que no se comprometa directamente el presupuesto municipal. Insta a VAV a pedir a los bancos que en los próximos dos años no incrementen la deuda financiera en un solo euro, o que reduzcan los intereses pactados o se vaya a cualquier otra solución más favorable a la propia VAV.
  3. Sobre las próximas actuaciones. El Ayuntamiento acuerda urgir el traslado de los talleres; mantener inicialmente los proyectos aprobados para evitar nuevos retrasos, aunque posteriormente podrán reconsiderarse y buscar la opción más eficiente; urgir a completar los proyectos pendientes, especialmente el proyecto de ejecución de la obra ferroviaria; ofertar suelos cuanto antes; y completar la variante Este lo más rápidamente posible.
  4. Sobre la gestión. El Ayuntamiento estudiará la conveniencia de que en la gestión del suelo de los actuales talleres pueda participar la Sociedad VIVA.
  5. Sobre la consulta. El Ayuntamiento consultará a la población la conveniencia de continuar con el proyecto de soterramiento, después de ofrecer un diagnóstico completo de la situación financiera, las obras pendientes y las implicaciones de todo tipo a la ciudad, en el presente y en el futuro. Consensuará las preguntas a realizar entre los grupos políticos y la citada consulta se hará en términos legalmente aceptables.

Ahora toca esperar y cruzar los dedos. Pero queda menos para despejar dudas. Después de 30 años, unos meses más no nos van a hacer perder la paciencia…